Este gráfico muestra las emisiones de metano totales en CO2 equivalentes por país. Los más rojos son los más contaminantes y los más verdes los menos contaminantes.

Mientras que éste gráfico muestra el porcentaje de emisiones de metano que proceden de la agricultura por países. Como decíamos en un post anterior, aproximadamente el 25% de este metano procede de la ferementación de rumiantes. En algunos países puede llegar a ser hasta el 70%.

 

A lo largo de las últimas cinco décadas, el aumento de producción lechera ha provocado que seamos capaces de producir un 40% más de leche con menos de la mitad de vacas, consiguiendo que la huella de carbono por kg de leche producida sea sólo el 37% con respecto a 1944 (datos en EEUU; Capper et al, 2009). Sin embargo, la producción por animal es mucho mayor actualmente, y existen estrategias de selección genética que permiten reducir las emisiones de metano por individuo.

La heredabilidad de la producción de metano en el rumen se estima entre 0.30 y 0.40. Esto quiere decir que la genética es responsable del 40% de las diferencias en la emisión de metano entre unas vacas y otras, independientemente de la dieta que tomen y otros factores ambientales. Por tanto sería posible seleccionar aquellos animales, o familias de animales que estén genéticamente predispuestas a emitir una menor cantidad de metano a la atmosfera. Si hacemos selección genética para la reducción de la emisión de metano en el vacuno, en generaciones sucesivas tendremos vacas que emiten cada vez menos metano a la atmosfera, reduciendo así el impacto en la atmósfera de los GEI de los rumiantes. Si bien los medios de medición del CH emitido son complejos y requieren de un perfeccionamiento, la desviación fenotípica estándar de las emisiones de CH en vacuno de leche son de entre 58 y 349 gramos al día por vaca (Lassen et al., 2010Dehaeng et al., 2012 ). En este cálculo voy a usar un valor de 100 g/d/vaca por ser un valor intermedio y conservador.

El progreso genético que podríamos realizar, teniendo en cuenta una precisión de las predicciones de mérito genético utilizando evaluaciones con información genómica de 0.40, una intensidad de selección de 1 (ya que no sería un carácter principal de selección), una heredabilidad de 0.30, y un intervalo generacional de 3 años, sería de una reducción de las emisiones de CH de 10,95 g/d/vaca. Según los datos aportados en post anteriores, y considerando que la población española de vacas Holstein es de unos 700.000 individuos en ordeño (siendo conservadores al no incluir terneras y novillas), la emisión de CH podría reducirse en más de 2.798 toneladas de CH (58.776 toneladas de CO equivalente). Esto supone un 4% de las emisiones anuales producidas por el vacuno lechero. Es decir que en 10 años, se podrían reducir las emisiones de CH por fermentación entérica del vacuno lechero en al menos 484.000 toneladas anuales de CO equivalente, una reducción considerable del 36% con respecto a las emisiones actuales. La población total de vacas españolas es de unos 2.5 millones. De modo que si el resto de razas también realizarán selección genética para este carácter, la reducción en la emisión de metano podría ser incluso mayor.

Si tenemos en cuenta los datos de los post anteriores , las vacas no son las responsables del cambio climático en España, puesto que las emisiones provenientes de fermentación entérica en el total de la población española de animales de granja es menor del 2% sobre el total de las emisiones de GEI. En vista de estas cifras, tampoco parece muy probable que estas cifras sean muy diferentes en el porcentaje global de emisiones mundiales de GEI, aunque ciertamente habrá países cuyas emisiones de CH proveniente de fermentación entérica sean superiores a las españolas.

Sin embargo, si que hay otros motivos para reducir las emisiones de CH de los rumiantes.

  • En primer lugar porque cualquier reducción de GEI, por pequeña que sea, contribuye a un mejor futuro del planeta.
  • El metano tiene un poder de recalentamiento 21 veces superior al CO, y por tanto una unidad de CH es mucho más nociva que una de CO.
  • La agricultura es responsable de más de la mitad de las emisiones de CH totales en España. Es, por tanto, necesario disminuir estas emisiones por parte del sector de la agricultura, y cualquier contribución es positiva, por ejemplo con la reducción de emisiones de GEI de la fermentación entérica durante la digestión en los rumiantes.
  • Las emisiones de CH están relacionadas con la eficiencia alimentaria (Basarab et al., 2013; de Hass et al., 2011). Si disminuimos las emisiones de CH durante la digestión, aumentamos la eficiencia alimentaria de los animales, y viceversa. Eficiencia alimentaria y el CH emitido deberían ser tenidos en cuenta en la selección de forma simultánea.

La agricultura supuso en 2011 un 10.8% del total de las emisiones de GEI en España. Los GEI más relacionados con la agricultura son el óxido nitroso (NO, relacionado principalmente con fertilizantes) y el metano (CH, relacionado principalmente con fermentación entérica).

Estos gases son relevantes porque tienen un poder de recalentamiento global muy superior al CO. El poder de recalentamiento se mide en CO equivalentes: efecto de calentamiento integrado que produce hoy una liberación de 1 kg del GEI en comparación con el COcomo gas de referencia. En concreto, 1 kg de metano tiene un poder de recalentamiento 21 veces superior al del CO. De modo que aunque el CH se encuentra en menor proporción en la atmósfera, su importancia relativa en el efecto invernadero es mayor que la del CO. El poder de recalentamiento tiene en cuenta la vida media de los gases en la atmósfera. El CH tiene una vida media en la atmosfera de 12 años, frente al CO que tiene una vida media estimada entre 30 y 95 años (Jacobson 2005). Así, el metano tiene un poder de recalentamiento global a 20 años 72 veces mayor que el CO. Si lo medimos a largo plazo (e.g. 100 años) el poder de recalentamiento global del CH disminuye a 25 veces el del CO.

Mientras que las emisiones de NO en España están más o menos a los mismos niveles que en 1990, las emisiones de CH4 han aumentado en 10.18 millones de toneladas de CO equivalente entre 1990 y 2011, lo que supone un incremento del 38%.

En España, el CH supone aproximadamente el 13% del total del CO equivalente emitido. La agricultura es responsables de más de la mitad (54%) del total de CH emitido a la atmósfera y supone un 7,4% del CO equivalente total emitido (20,69 millones de toneladas de CO equivalente). Aproximadamente el 25% del CH emitido por el sector agrícola y ganadero son debidas al fermentación entérica de rumiantes, y de este, el 26% es debido al vacuno lechero de ordeño (Ministerio de medio ambiente 2007; de Blas et al., 2008). El vacuno lechero en España emitió en 2011 1,34 millones de toneladas de CO2 equivalente debido a la fermentación entérica del alimento, lo que supone un 0,5% de la emisión total de GEI del país.

 

En este mapa interactivo se puede ver el porcentaje que suponen la agricultura, sobre el total de las emisiones de metano en cada país (World Bank Data, 2010). 

 

Los gases de efecto invernadero (GEI) son los gases de la atmósfera que absorben y emiten radiación en el rango del espectro infra-rojo térmico. Este proceso es la causa fundamental del efecto invernadero. Estos gases son principalmente el vapor de agua, dióxido de carbono (CO), metano (CH), óxido nitroso (NO) y ozono (O). Mientras que el efecto invernadero es vital para el desarrollo de la vida en la Tierra, la actividad humana desde la revolución industrial (1750) ha provocado un incremento de los GEI cuya consecuencia ha sido una aceleración antropogénica en el calentamiento global del planeta (Cook et al., 2013). En España se prevé que a mediados del siglo XXI la temperatura sea entre 2 y 4 grados mayor que lo registrado a finales del siglo XX. Se cree que este calentamiento global puede ser una de las causas del cambio climático mundial.

Los países con una mayor emisión de GEI son China, Estados Unidos y la Unión Europea. España está entre los 25 países con mayor cantidad de emisiones totales.

Es necesario tener en cuenta la población de cada país para poner el nivel de emisiones en contexto, ya que no es lo mismo comparar las emisiones de China con las de Luxemburgo, por ejemplo. Al considerar la emisión de GEI per cápita, España baja al puesto 49 entre 200 países. Es decir, que España está en el 25% de los países más contaminantes.

Las emisiones de GEI en España aumentaron alrededor de un 80% entre 1990 y 2007, aunque a partir del 2007 hasta el 2011 disminuyeron hasta niveles un 40% superior a las emisiones de 1990, gracias a las políticas de reducción de emisiones de GEI.

La emisión de GEI en España es principalmente debida al CO (79,7%). Las emisiones de CH suponen el 10,5% y las de NO el 8,3%.